“Papi cuando me firmen te voy a sacar de este ranchito, te compraré una casa y tampoco tendrá que madrugar para ir al mercado”, les decía Ismael Ureña Pérez a su progenitor Ynoel a cada momento que el jovencito observaba que se desarrollaba en sus esfuerzos por alcanzar una firma para el béisbol.
“Abrázame, coño, abrázame coño”, se convirtieron en las expresiones enfurecidas en el lado opuesto de la moneda, que fruto de las secuelas de las inyecciones el propio hijo le externaba a su padre tras la vida cambiarle un par de meses después al joven de 14 años, quien yacía ya moribundo en una cama del Hospital José María Cabral y Báez, de San Isidro.
Según relatan sus padres Inoel e Iris, así como sus hermanos Joel y Esmailin, esta transformación brusca de un prospecto del campocorto, quien este año había realizado cerca de una docena de tryout, a estar postrado en una cama, fue producto de las constantes inyecciones con sustancias de caballos a que era sometido.
Las cuatro personas, ayer en visita realizada por Listín Diario a su empobrecido hogar en este poblado coincidieron en que el más pequeño de cuatro hermanos fue inyectado en decenas de ocasiones en el complejo de béisbol que orienta el exjugador Yordy Cabrera.
Fuente: Listín Diario